Ghana ha sido uno de los viajes más diferentes y «off the beaten track» que hemos hecho. Aterrizamos en Togo un día de Marzo y allí nos encontramos con dos amigos que se conocen la zona al dedillo. Y nos dejamos llevar al 100% por su sabiduría del terreno. Ni guías ni internets ni Lonley Planets esta vez.

Desde Lomé, nos subimos al coche y cruzamos la frontera de Ghana hasta llegar a Accra con mapas de los de toda la vida que no se actualizan a cada paso para chivarte donde estás de todas esas líneas que se ven en el papel.
Una vez en Accra, cogemos carretera arriba y tras dos dias de viaje en coche, pasar controles policiales donde te piden un «regalo», dejar una vegetación tropical, verde, llena de frutas, húmeda y cielo azul, pasamos a otra Ghana: la del clima seco, tierra rojiza, vegetación color Tierra… Estamos en la sabana africana. Y entre esta sabana africana se encuentra el Parque Nacional Mole: Te sientes como si estuvieras en medio de la película del Rey León. Paisajes vastos, sin fin, de diferentes tipos según la zona, animales salvajes que viven su vida en clanes, naturaleza y animales en pura libertad.
Nos encontramos a Simba, y todos sus familiares. Que se suben al tejado del coche y merondean alrededor de nuestro desayuno, buscando comida con su largo hocico por el suelo. Al despertarnos por la mañana, el papá mono nos tenia preparada una sorpresa: nos ha robado nuestra bolsa de mangos para desayunar!!! y se los está comiendo!! enfrente de nuestra puerta, sin vergüenza alguna y con regozijo… ¡Nuestros mangos! ¡Con lo dificil que es encontrar fruta en esta parte del país!

Empezamos un safari a pie, seguido de otro sentados en el techo del 4×4 (muy diver!!), siguiendo al guía que practicamente ha nacido allí. Su pistola de seguridad impone… Descubrimos una familia de elefantes entre los árboles. Y dos de ellos, en fase de reconocerse el uno del otro: se acercan poco a poco, de frente, al mismo ritmo; seguido de un baile de trompas mágico en el que se entrelazan las dos y forman unas curvas preciosas, todo al ritmo natural, de manera que parece una coreografía de baile estudiada horas y horas pero aquí todo pasa al ritmo natural, mágico y salvaje de la vida. También nos esperan unos cuantos antílopes, cocodrilos, aves de todo tipo…
Un Parque Natural que es una gema por descubrir, sin turistas, y con una vegetación tremenda. Sentirse dentro de los escenarios de la película El Rey León, con monos que te roban todo lo que sea de comer que tengas a tu lado 😉







