Mongolia es un país donde «La Nada» se convierte en «Todo»: paisajes en plenitud, animales en libertad, familias nómadas, desierto, montañas, tradición, lugares intocados por el consumismo… Un lugar donde la naturaleza y la vida en libertad tienen cabida. El reloj es la luz solar y la religión el budismo tibetano.

Fuimos un agosto de 2011, cuando las temperaturas nocturnas no bajaban a menos de 6ºC (a tener en cuenta que en los meses de Enero y Febrero las temperaturas nocturnas en Mongolia pueden bajar más de – 40ºC bajo 0) y durante el día no subían más de 24ºC.

El 90% de los habitantes de Mongolia son de la etnia mongol (una raza que tiene mezcla de siberianos y chinos), y hay una minoría de etnias túrquicas como el kazajo. Su cultura y modo de vivir, varía según la región donde vivan pero los nómadas son por lo general abiertos a conocerte, a alojarte en sus «gers» -siempre que lleves una botella de vodka y algo de bombones-, con sus botas de cowboy, su traje tradicional tipo «bata» con un amplio cinturón de color vivo, su sombrero de montar a caballo, y un caballo como método de transporte. Se conocen su natura al dedillo: ni GPS ni mapas ni señales de tráfico, haber crecido en libertad y en la natura virgen les ha dado la habilidad de saber escuchar el tiempo -saben decirte cuando lloverá y cuánto durará- y diferenciar caminos donde un occidental no sabe ni encontrarlos.

Actualmente ya no toda la población es nómada: en Ulan Bataar se concentra la economía del país y un número creciente de «new fashion»: mongoles que se han hecho ricos en los últimos tiempos y lucen las últimas marcas por las galerías, sus iphone de última moda, o que te hablan un inglés con fluidez. Aún y así, de los 2,8 millones de habitantes del país existe una alta tasa de nómadas y seminómadas (personas que conviven estancias de 6 meses por ejemplo en Ulan Bataar, con vida nómada el resto de meses) y hay muy pocos habitantes por Km2 (de hecho, la densidad de población de Mongolia es una de las más bajas del Planeta: 1.73 hab/km²).

Fuera de la capital, te encontrarás con paisajes inolvidables posibles de ser explorados en completa libertad sin tráfico, ni luces contaminantes, ni gases, ni edificios que estropeen su belleza. Solo el aire puro, lo original, los regalos de la Madre Tierra, y la pura vida. Comprobarás con tus propios ojos lo que quiere decir una densidad de población de 1,73 habitantes por Km2…

Una cosa es cierta: la red de transportes públicos es inexistente fuera de la capital (y un único bus que une la capital con una 2ª ciudad importante) con lo que para moverte a través de él y conocer Mongolia más allá de la capital y poder acceder a las familias nómadas deberás alquilar un coche con un conductor local. El conductor sabrá llevarte por las carreteras que solo existen en sus ojos (pasados ciertos km de la capital, dejan de haber carreteras en Mongolia) y podrá hablar con los nómadas en su idioma para probar de dejarte dormir con ellos. En nuestra familia eran todos nómadas salvo una hija que era seminomada (6 meses estaba en Ulan Bataar aprendiendo inglés en la universidad, y 6 meses de vida nómada con la familia). Ella nos hizo de interlocutora durante toda nuestra estadía y fue de gran ayuda para poder aprender y convivir con ellos.

Si quieres tener un contacto real con los mongoles nómadas, te recomiendo que antes del viaje aprendas un poco de mongol.

Cada familia nómada tiene sus caballos, sus cabras, sus vacas y sus ovejas. Suelen hacer leche fermentada de caballo que dejan fermentar al sol y quien pase por su ger puede degustarla sin problema. Dejan a secar la carne de la vaca y cabra en el interior de sus tejados (cuando te levantes por la mañana dentro del ger, en lugar de las estrellas verás la carne colgando ;)) y dejan los quesos al sol para que cuajen. Te sorprenderá ver que muchos de los gers tienen luz solar.

Creo que si Gengis Kan renaciera y viera ahora, miles de años más tarde, su atesorada Mongolia, vería que, salvo la creciente y mixta capital Ulan Bataar, nada hubiera cambiado: las familias siguen viviendo en sus gers, a unos 10 km de distancia mínimo entre familia y familia, sigue habiendo una gran parte de la población nómada que vive de su propia agricultura, el budismo tibetano sigue latente, se mueven de paisaje en paisaje con sus caballos, manadas de animales en libertad… Y lo bueno de este país es que el turismo se ha adaptado mucho a esta cultura local sin dañarla: dormirás en gers, convivirás con ellos, les ayudarás con la vaca, comerás su comida, y jugarás con sus niños a la cadena con los huesos del tobillo de la cabra. Divino tesoro el del intercambio cultural 🙂

Para mí Mongolia es Paz, Inmensidad, Belleza natural, Diversidad, Tradición milenaria, Budismo tibetano latente, Terrenos inexplorados… un lugar por encontrar.

 

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