En motivo del día internacional del niño, mañana 20 de noviembre de 2013.
Si hay algo universal es la sonrisa desinteresada de un niño. Su alegría al descubrir algo nuevo. Su espontaneidad a la hora de reír o llorar o quejarse. Les adoro. Por su inocencia, por su manera de ver el mundo, por su manera de acoger a los extranjeros siempre que ven a «un yobo» (manera togolesa de llamar a un «blanco»), «un gringo» o quien sea diferente a ellos. Regalan momentos de felicidad, porque sí, porque ellos ven la vida así. Te piden jugar con ellos, una mano, una oreja para escuchar… Vaya donde vaya de viaje, siempre estoy atenta a ellos y les dedico un tiempo ilimitado. Son lo que llevo en el corazón y quienes me enseñan a ver la vida con amor.
Siempre que viajo, llevo globos de colores para hacerles pasar un buen rato, bolígrafos de colores para dibujar y fomentar la imaginación con colores vivos, gomas elásticas para jugar a hacer laberintos, gorras para taparles la cabeza del frío en invierno, linternas para que tengan luz al oscurecer… O simplemente, mi presencia, allá, si la necesitan y como la necesiten.
Este post está dedicado a todos ellos, a todos estos niños del Planeta, de Filipinas, de Birmania, de la India, de Togo, de Benin, de Senegal, de Suiza, de España, de un sinfín de poblados, ciudades y países que, viajado donde he viajado o vivido donde he vivido, me han dedicado una sonrisa, un momento de amor, me han hecho conectar con lo más íntimo y sincero de la humanidad, con lo más sencillo y verdadero de todos nosotros: la semilla de amor que hay en nuestro interior. Todos somos seres humanos con un corazón en nuestro interior y que en su día fuimos niños. No nos olvidemos de ser niños 🙂 Nunca 🙂 Y aprendamos de ellos 🙂 Un día leí en una tienda el siguiente mensaje:
«Para que el mundo encuentre su plenitud, es suficiente con mirarlo con los ojos de un niño»
No podía estar más de acuerdo 🙂 Miremos pues, el mundo con los ojos de un niño y con la inteligencia y experiencia ganada de un adulto, haciendo de este mundo un mundo mejor, repartiendo sonrisas desinteresadas allá donde vayamos como nos ofrecen todos estos niños. Aquí van unas cuantas miradas de niños de todo el mundo.
Dibujo que me ofreció Nasheen, niña palestina de 7 años que vive en Barcelona
Bailando en la boda de una familiar suya, en una pequeña aldea de Benin