Un fin de semana increíble. Lleno de magia, de naturaleza, de diversión, de caídas, de levantamientos, de propósitos, de religión y de tradiciones.
Nos levantamos el sábado por la mañana camino Saanenmöser (cantón de Berna) para hacer un actividad bastante común en las montañas en Suiza en verano: la «trotinette» todoterreno. Un tipo de patín 4×4 para bajar por la montaña atravesando bosques, cascadas y colinas con unas vistas increíbles. Un trayecto de 1h – 1h 30 min que nos ha regalado momentos con cabras, burros, caídas que nos embadurnan de barro y mucha diversión. Y sobretodo: vistas increíbles desde la altura de los pueblos de Gstaad y Saanenmöser y la naturaleza de su alrededor.
Después de esta día con toque deportivo y merecido reposo en un restaurante-chalet típico de la región donde sirven una «croûte au fromage» deliciosa (plato caliente con pan, huevo, tomate, jamón y muuucho queso fundido), al día siguiente nos decidimos a coger el teleski que hay en Gstaad para subir a 2.000 de altura y, desde allá, empezar una caminata por los Alpes.
Caminar en ese lugar no tiene precio. Giras tu mirada 360 grados y solo ves montañas y montañas: colinas, picos de montañas más agudos, avetos, algunas casitas típicas de madera, verde, verde y más verde. Una tranquilidad inmensa.
El camino que elegimos era fácil, la mayor parte plano. A 1h de trayecto a pie llegamos a una colina que en su centro tiene un restaurante típico de montaña. Allí nos esperaba una sorpresa… Solo una vez al año, y esa vez era ese día (27.07.14) hacen una misa al aire libre en ese lugar insólito, con los vestidos tradicionales, en el dialecto local, pidiendo a Dios que el Gobierno actúe según las necesidades del pueblo, que le sepa escuchar, y que se mantenga este lugar sagrado de naturaleza tal y como se lleva manteniendo hasta ahora.
Después de estos minutos de religión y plegarias en un ambiente muy auténtico, empezó el canto Jodel, un canto típico de las montañas de Suiza. Me fascinó estar allí, en ese preciso momento, rodeada de esa belleza natural, después de una caminata en un lugar desconocido, y tener la suerte de estar en el momento y lugar adecuado escuchando el Jodel desde su lado más auténtico. Y seguido del Jodel… música tradicional 🙂
Volvimos a casa con muchos propósitos de seguir nuestras caminatas por las montañas que llenan el alma de natura.
La magia y la belleza de los Alpes…
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